Nuestra Facultad Regional San Francisco está transitando el año de su 45º aniversario, ocasión propicia para mirar hacia atrás y repasar el camino recorrido a través del testimonio de sus protagonistas, de aquellos que tuvieron en sus manos el liderazgo de cada equipo de gestión de la casa de altos estudios.
Entre ellos se destaca la figura del ingeniero Raúl Carlos Alberto, cuya relación con la Facultad local comenzó en 1971 con su trabajo como docente, y se profundizó en 1985 cuando fue elegido como el primer director de lo que en ese entonces se denominaba “Unidad Académica”. Alberto egresó en 1968 de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba como Ingeniero Electricista Electrónico. Su formación primaria la había realizado en la Escuela J. B. Iturraspe, y la secundaria, en el Colegio Nacional San Martín, “cuando funcionaba por calle Pueyrredón”, recuerda.
“Comencé a dar clases en la Facultad Regional en 1971, aunque mi carrera docente la había comenzado en la Escuela del Trabajo, hoy Ipet 50, en 1970. Fui convocado por quien era en ese entonces director de la recientemente formada Unidad Académica, el ingeniero Reinaldo Barberis. Él fue director algunos años del Ciclo Técnico de la Escuela del Trabajo que es donde yo comencé a trabajar, y me convocó para venir a la Facultad que en ese momento estaba en pleno proceso de formación, las carreras se estaban constituyendo, la Ingeniería Electromecánica comenzaba a dictarse, se requería de docentes y así comencé mi trabajo aquí, dando Física, luego otras materias, y me involucré cada vez más profundamente en la Facultad”, explicó el ex decano.
El ingeniero Alberto también relató que en los inicios de la UTN en la ciudad “funcionábamos en el Colegio de los Hermanos Maristas, ocupábamos el primer piso, había una Biblioteca, un pequeño laboratorio, y ahí estuvimos hasta 1979 cuando se culminaron las obras básicas en el edificio actual y se efectuó el traslado. Para ese año se dictaban dos carreras: Ingeniería Electromecánica e Ingeniería en Construcciones, ésta última se cerró posteriormente y quedó solamente Electromecánica, hasta después de 1985, cuando comenzaron a sumarse las demás carreras”.
“Cuando se comenzó a utilizar el edificio actual, estaba ubicado prácticamente fuera del ejido urbano, porque la calle Roca no estaba pavimentada, a la altura del Sport Automóvil Club terminaba el pavimento y todo lo demás era tierra, estos barrios periféricos no existían y en cambio había campo, vacas, tambos, y cada vez que llovía un poco era una odisea llegar a la Facultad, chapoteando en el barro. Pero quienes pensaron en comprar este edificio realmente eran visionarios, porque veían veinte años por delante”, afirmó.
Con el advenimiento de la democracia se inició el proceso de normalización de las universidades nacionales, y nuestra Facultad no fue ajena a esta situación. Alberto explicó que “esa etapa significó realizar concursos docentes, la creación de los primeros órganos de gobierno de la Facultad como el Consejo Directivo, lo que era en aquel momento el Consejo Académico, y Consejos Departamentales”. El diciembre de 1985 se realizó la primera asamblea universitaria que eligió al ingeniero Raúl Alberto como director de lo que en ese entonces era la Unidad Académica, “que dependía de la Facultad Regional Córdoba, hasta que en 1993 se transformó en Facultad Regional San Francisco”.
Al recordar el comienzo de su gestión, que se extendió durante 17 años hasta el año 2002, Alberto señaló: “En 1985 estábamos en una situación comprometida, teníamos una sola carrera, un número de alumnos relativamente pequeño, entonces era imperioso hacer crecer el volumen de estudiantes, hacer que la Facultad tuviera mejor inserción en el medio, responder mejor a la comunidad, entonces nos planteamos ampliar el espectro de carreras que se ofrecían. Se comenzó a trabajar en eso y así surgió Ingeniería en Sistemas de Información, luego Ingeniería Electrónica, Ingeniería Química, y después la Licenciatura en Administración Rural y en Organización Industrial que completaban lo que pensamos como una oferta adecuada a las necesidades de desarrollo regional. Es decir, suponíamos que las tecnologías cubiertas por estas especialidades era un abanico lo suficientemente amplio como para responder a las necesidades de desarrollo de nuestra zona, complementadas con dos carreras de perfil administrativo tecnológico como las Licenciaturas que mencioné”.
En relación a la apertura de nuevas carreras durante su gestión, Alberto opinó: “Siempre la necesidad de la comunidad era que haya mayor cantidad de oferta académica, estaba además la problemática de los jóvenes que no encontraban una respuesta adecuada a sus expectativas y se iban de la ciudad. Y nosotros tratamos de dar respuestas, y cuando no podíamos darlas en forma directa hicimos convenios con otras universidades, como fue el caso de la Universidad de Flores, con la cual trabajamos la Licenciatura en Educación Física y la Tecnicatura en Prevención de Adicciones, que tuvieron éxito, o el convenio con Uces, que aún sigue vigente. Fueron maneras de responder en ese contexto en el que nos encontrábamos. Creo que los contextos se modifican por lo tanto las respuestas necesarias y convenientes van cambiando, se van modificando, entonces lo que se intentó hacer en aquel momento es hacer frente a una situación con lo que había, con la situación que se vivía”.
A lo largo de los 17 años de gestión al frente de la UTN San Francisco, se transitaron “varias idas y vueltas, corrientes y contracorrientes”, aseguró Alberto. Y añadió: “Creo que el proceso que más duración ha tenido y más profundamente ha calado fue la aprobación de la Ley de Educación Superior, durante el gobierno del presidente Menem, que modificó sustancialmente la manera en que se trabajaba en las universidades al crear al proceso de acreditación universitaria que hasta ese momento era algo inédito, no había existido en forma sistemática y continua. Se inició así una nueva manera de trabajar, la autoevaluación que obligó a realizar este proceso de acreditación, la evaluación por pares externos, todo eso modificó el quehacer universitario y, a mi juicio, creo que en un sentido bastante favorable. También hubo un cambio en la perspectiva económica, durante los años que me tocó gestionar la situación era asfixiante, siempre trabajamos con valores negativos. Después se revirtió eso, hubo un aporte importante que permitió equipar laboratorios, desarrollar infraestructura, edificaciones, lugares que eran necesarios pero que no se podían concretar fácilmente”.
Al repasar su labor como director y luego como decano de la UTN San Francisco, Alberto explicó que “la perspectiva me enseña hoy que hay cosas que tal vez haría de forma diferente. En realidad fuimos un equipo de trabajo, jamás me atribuiría mérito alguno, sino que el mérito es de un grupo de personas con las cuales trabajé estrechamente unido, todas excelentes y como se dice comúnmente, ‘con la camiseta de la Tecnológica puesta’ en todo momento. Si se logró algo a través de toda nuestra gestión fue gracias a ese equipo, ni hubo individualidades, y me parece que esas individualidades no deben existir, el trabajo en equipo es fundamental, y en mi caso tuve el gran privilegio y honor de trabajar con gente se dedicó en cuerpo y alma a la Facultad e hizo mucho por ella, con lo cual si hubo méritos y logros en esa gestión, hay que pensarlos en esos términos, de un equipo de trabajo”.
El ex decano también se refirió al sentido de pertenencia que se vive entre quienes transitan los pasillos de la Tecnológica: “Lo intangible es más importante que lo tangible, y esa intangibilidad está dada por la creación de un espíritu de pertenencia, de sentirse parte de algo importante, la camaradería, el compartir, desde la época de estudiantes vivenciar problemas y resolverlos, encontrar amigos los estudiantes entre sí, o con los docentes, con los no docentes, se crean círculos de amistad que son difíciles de romper. Son muchos años los que se pasan acá adentro, muchas horas, preocupaciones, angustias, alegrías, todo eso va cimentando un espíritu de cuerpo, de grupo”.
Finalmente el ingeniero Alberto expresó que “la Facultad Regional me dio una parte muy importante de mi vida, me dio muchas satisfacciones, me dio el orgullo de pertenecer a pesar de que era tecnológico de origen porque provengo de otra universidad, me dio el orgullo de que me aceptaran como parte de esta casa, y eso es muy bueno y positivo. Y la Facultad me dio amistades, relaciones, vínculos, que tienen un valor mayor que cualquier otra cosa”.
Breve repaso por la historia (1969-2002)
La UTN San Francisco comenzó a gestarse a fines de la década del ’60, en un contexto de importante desarrollo industrial de la ciudad. Las gestiones para la creación de la casa de altos estudios fueron impulsadas por las fuerzas vivas de la ciudad, por el sector productivo que requería de mano de obra con mayor especialización.
Fue así como industriales, profesionales y comerciantes del medio, promovieron a partir de abril de 1969 la creación de una dependencia de la Universidad Tecnológica Nacional. Debe destacarse en ese sentido el gran esfuerzo realizado por los integrantes de la Asociación de Industriales Metalúrgicos.
La creación de la Facultad local se concretó el 21 de diciembre de 1969, y al año siguiente se dio comienzo al primer ciclo lectivo. Al principio se dictaban las Ingenierías Mecánica, Eléctricas (que se fusionaron en 1972 como Ingeniería Electromecánica) y en Construcción, que cerró años más tarde.
Desde abril de 1970 hasta el 19 de agosto de 1978, las clases se dictaron en el Colegio Sagrado Corazón de los Hermanos Maristas, dado que no se contaba con edificio propio. A partir de febrero de 1971 fue designado como autoridad de la Delegación el Ing. Reinaldo Barberis.
Durante la gestión del ingeniero Raúl Alberto se abrieron las Ingenierías en Sistemas de Información, Electrónica, Química, y la Licenciatura en Administración Rural, que aún siguen vigentes. En 1993 la “Unidad Académica San Francisco” pasó a ser Facultad Regional San Francisco. Se inauguró la Estación Climatológica, y se abrieron nuevas propuestas académicas con los convenios firmados con la Universidad de Flores (1998) y la Uces (2000). Se compraron cuatro hectáreas para ampliar el predio universitario, en el año 2000. A fines de 2001 resultó electo decano el ingeniero Daniel Ferradas, quien asumió sus funciones en abril de 2002.